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Volar

Hoy he soñado contigo, he soñado que acariciaba tu piel como quien acaricia el tesoro que ha buscado toda su vida.  He soñado que volaba, pero solo después de rozar tus labios, como si quisiera susurrarle al cielo el secreto que guardan tus besos.  He soñado que me abrazabas y me acariciabas la nuca, mientras yo me olvidaba de lo perra que es la vida, porque al verme reflejado en tus ojos el mundo se paraba a nuestro alrededor.  Ojala no me habría despertado jamás.

Mío

Me desperté y me giré para buscar tus ojos, pero solo encontré la almohada. Salí al pasillo, esperando encontrarte paseando de esa manera tan sensual con la que lo hacías. Fui a la cocina, buscando el aroma a café recién hecho y tu sonrisa como saludo, pero solo encontré una botella vacía de ron. Corrí al baño rezando por verte preparándote para comerte el mundo. Pero tampoco estabas. Y me miré al espejo y ahí estaba, solo, tan solo, que por fin volví a sentirme mío.

Miradas

Y este es el momento en que me rompes, cuando me borras mis inseguridades a golpe de miradas, mientras yo sigo buscando poesía en cada centímetro de tu espalda. Y me lo juego todo para ganarle esta mano al tiempo y que nos de unas horas más para perdernos en el universo de nuestros labios y matarnos a sonrisas de esas que queman en lo mas fondo de mi pecho. Y me vuelves a mirar con esa cara de me voy a comer el mundo y de postre, a ti. Y por fin, me has terminado de volver loco.

No puedo más

Hoy creo que no puedo más, no puedo más con el estrés, ni con el amor vacío de besos y caricias que no contienen sentimientos. No puedo más con el no dormir porque me sobran penas y me faltan ilusiones, con tener miedo a sacar la cabeza de debajo de las sábanas. No puedo más con el esconder lagrimas mientras intento demostrar que soy de hielo, cuando por dentro soy mares y tempestades. No puedo más con la tristeza, la soledad y el vacío pero sobre todo no puedo con el frío de tener todos los sueños apagados. Y cuando no puedo más, escribo, y así tengo aliento para un asalto más.

Vamos a vivir en vez de soñar.

Dejó que el azar guiara sus pasos y cuando levantó su mirada se encontró frente al mar. Era una templada noche de principios de otoño, se sentó a la orilla y el vaivén de las olas le invitó a soñar. Se dejó llevar como el humo de su cigarro. Y mientras el mar le susurraba al oído él se vio firmando ejemplares de su primer libro, visitó Londres, Roma, La Habana, y al final, Madrid. "Déjame enseñarte algo más" le dijo. Vio a su familia celebrando un cumpleaños, a sus amigos después de un tiempo sin pasar por el pueblo, las tardes de cervezas hasta arriba de alegrías, Trucios, Bilbao... A Jack se le escapó una sonrisa. "¿No te parece perfecto tal y como es?"

Somos

Somos fuego puro, y como tal es imposible que no nos quememos cada vez que nos rozamos, porque siempre nos quedan ascuas dispuestas a ser encendidas, es inevitable. Somos como el viento que nos hace levantar el vuelo después de apagar la luz, mientras nos dejamos llevar por nuestros instintos básicos. Pero el viento se va y llega la calma, la paz antes de otra tormenta. Somos el calor de una caricia en la espalda y el frio que se cuela en los huesos cuando nos abandonamos. Pero solo así somos.

Otoño

Sentado en mi ventana, comienzo a ser bañado por los rayos de sol. Es una mañana bastante fría aunque solo con un café y el sol me podía mantener aquí sentado. Las primeras hojas de los arboles ya habían comenzado a caer zarandeadas por el viento. Me gusta el otoño, los disfraces ocres que tienen los arboles, antes de que se queden desnudos para recibir así el frío del invierno. Ya huelo el olor a castañas recién asadas mientras paseo por Bilbao. Bien cerquita de tu acompañante, porque el frío vuelve a despertar. Te echaba de menos otoño, igual que echo de menos el mar cuando no lo escucho de vez en cuando. Echaba de menos tus noches largas, porque se respira tu aroma cuando paseo bajo tu fino manto, un olor a paz. Espero que me traigas café al anochecer en un algún bar cerquita del mar, conversaciones al calor de una estufa, muchas tardes de películas debajo de una manta, y sobre todo, paseos bajo las estrellas, que parece que velan por nosotros.